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mirada del alma humana a la existencia de Dios.” (Juan Pablo II, en Salvifici doloris)
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on-line de Documentos Aljibe
Volumen I, 2014 Artículo número 1 Aceptado el 20 de febrero de 2014. “Acantilados
Tobáceos Calcáreos en Navarra (España): Mapa
de su localización” Calcareous Tuff (tufa) Cliffs in Navarra (Spain): Map of its places. LOPEZ
FERNANDEZ, MARIA-LUISA – mllopez@unav.es (Departamento de Biología Ambiental, Facultad de Ciencias, Universidad de
Navarra, 31008 Pamplona) LOPEZ,
SOLEDAD – solpfernandez@gmail.com (Instituto de Estudios Manchegos, 13002 Ciudad Real, España) RESUMEN López Fernández, ML. y
López, S. (2014). “Acantilados Tobáceos Calcáreos en Navarra (España):
Mapa de su localización”. Documentos Aljibe “on-line”, vol I, nº 1. 20 de febrero
de 2014. Ciudad Real. Edita Sociedad Surcos. <http://www.naturalezaenhispania.com>. Se presenta el mapa de localización de los acantilados
tobáceos calcáreos en Navarra: su ubicación sigue una amplia banda NNE-SSW,
desde el macizo de Larra, en el NE, hasta la Sierra de Codés, en el SW, con
un gran desarrollo en la Navarra Media. Algunos de los acantilados tobáceos
más significativos son: los acantilados de Echauri; el Nacedero del Urederra;
Barranco de Iranzu; Barranco de Guembe-Munarriz; Barranco del río Ubagua; los
barrancos de Artazul-Licebar; los acantilados de la Piedra y de San Adrián,
en Lumbier; acantilados del Valle de Lana; el desfiladero de Peñartea, en
Sierra Alaiz; la Higa de Monreal; Peña Unzué; los acantilados del Puerto de
Lizarraga; acantilados de Sierra de San Donato; Sierra de Codés; Barranco de
Basaura; Sierra de Aralar-Nacedero del Urrunzure; las dos Hermanas de
Irurzun; el desfiladero de Atondo; Peñas de Antxoriz; Vidangoz y cueva de
Azanzorea; acantilados de Burgui; acantilados del los valles de Erro y
Salazar; Cordillera de Valdeallín; acantilados de Ganuza; las Ateas de Izal;
la Atea de Belabarce; macizo de Larra. Por la gran riqueza en Acantilados
Tobáceos Calcáreos se puede hablar de un “intenso y extenso retoque
paisajístico tobáceo Cuaternario” en las tierras de la Navarra Media y de la Pirenaica.
Las abundantes fallas que cuartean el solar navarro han facilitado la
karstificación de los macizos calcáreos, la formación de grandes acuíferos,
así como la precipitación del CO3Ca sobre la vegetación de sus drenajes. Sólo
comparando las formas fósiles con las toberas activas se puede reconocer la
existencia del retoque tobáceo en el paisaje. La similitud de formas entre
las tobas activas y las inactivas, o fósiles, se debe a que unas y otras
están formadas por los mismos seres vivos, que, tanto en la actualidad como
en los tiempos geológicos, tienen, y tuvieron, similares pautas de
desarrollo. Entre las tobas fósiles y las actuales hay una diferencia de
escala: los tamaños y volúmenes son mucho mayores en las formaciones fósiles
que en las actuales: las condiciones ambientales de cantidad de agua, temperatura y duración de la irrigación,
fueron mucho más favorables en el Cuaternario que en la actualidad. La toba
calcárea de acantilado (de farallón) se forma in situ, por precipitación directa de CO3Ca sobre seres vivos, a
partir de aguas bicarbonatadas limpísimas, sobresaturadas de carbonato
cálcico, nunca por procesos sedimentarios. PALABRAS CLAVE: Toba
calcárea fósil en Navarra, catálogo formaciones tobáceas fósiles en Navarra, comparación
formas toba viva y fósil. ABSTRACT López Fernández, ML. y López, S. (2014). “Acantilados Tobáceos Calcáreos en Navarra (España): Mapa de su localización”. Calcareous Tuff (tufa) Cliffs in Navarra (Spain): Map of its places. Documentos Aljibe “on-line”, vol I, nº 1. 20 de febrero de 2014. Ciudad Real. Edita Sociedad Surcos. <http://www.naturalezaenhispania.com>. A map with the calcareous fossil tuff (tufa) Cliff formations recognized in Navarra (Spain) has been drawn. These formations form a wide band in Navarra, from NNE to SSW, that is, from Larra massif to Codés mountains. Some of the most significant tuff (tufa) formations in Navarra are mentioned: Echauri, Urederra, Iranzu, Guembe-Munarriz, Ubagua, Artazul-Licebar, La Piedra and San Adrian (Lumbier), Valle de Lana, Peñartea, Higa de Monreal, PeñaUnzué, Puerto de Lizarraga, Sierra de San Donato, Codés, Basaura, Aralar-Nacedero Urrunzure, Dos Hermanas (Irurzun), Atondo, Antxoriz, Vidangoz, Azanzorea, cliffs in Burgui, cliffs in Erro-valley, cliffs in Salazar valley, cliffs in Valdeallín, cliffs in Ganuza, Ateas de Izal, Atea in Belabarce, Larra massif. So many tuff cliffs tall of an ”intensive and extensive landscape tobaceous Quaternary touching up in Middle and Pyrenean Navarra. The tight fault network across the navarrean calcareous montains has facilitated the karstification of the calcareous massifs, the production of big underground water tables, as well as the precipitation of CO3Ca on the vegetation growing at theirs drainages. Only by comparison between fossil and active tuff (tufa) growing places can be recognized the tobaceous touching up in the landscape. The reason is that tuff (tufa) is made by the activity of several living organisms, which have the same behavioral and developemental patterns throughout the time. Yet, the size and volumen of fossil tuff (tufa) formations is much bigger than that of the nowadays living tuff (tufa): availabiliby of water supply, proper temperatura and delay of time have been more adequate during Quaternary than they are now. The Cliff Calcareous Tuff (tufa) grew and grows “in situ” by direct precipitation of CO3Ca on the external walls of living organisms, from cristal limpid calcareous bicarbonated underground waters, without sedimentary processes KEYWORDS: Navarra fossil tuff (tufa) map, catalogue tobaceous cliff formations in Navarra, activ and fosil tuff (tufa) forms comparation. 1. INTRODUCCION Y OBJETIVOS Al estudiar el hábitat 7220, “Manantiales petrificantes con
formación de tuf (Cratoneurion)”
(Comisión Europea 2003), descrito por Carcaravilla & al., (2009), como: “Manantiales
de agua carbonatada con formación activa de travertinos o tobas calcáreas.
Localizadas en diversos ambientes como bosques y zonas abiertas. Generalmente
son de tamaño reducido (formaciones lineales o puntuales) y están dominados
por briofitas (Cratoneurion commutati)”, fuimos conociendo, en esos manantiales, las formas de
crecimiento de los musgos, algas verdes y algas azules formadores de toba. Y,
curiosamente, vimos reproducidas esas formas en los grandes farallones
calizos, tan numerosos en Navarra. En Navarra existen grandes y extensos macizos calcáreos
secundarios y terciarios (Ver figura 1). Además, Navarra, en palabras del
profesor Joaquín del Valle, fue la charnela del giro que tuvo la Península
Ibérica cuando se abrió el Golfo de Vizcaya. Posiblemente ese movimiento fue
la causa de las innumerables fallas (ver figura 2, detalle de la red de
fallas en el SE de Sierra Andía) en todas direcciones, del suelo navarro, y
que han fracturado también sus macizos calcáreos. Como resultado de lo Figura 1.- Mapa de Geología de Navarra: Épocas geológicas. Geologic Map of Navarra. En:
http://www.cfnavarra.es/agricultura/informacion_agraria/MapaCultivos/geologia.html# Figura 2.- Red de fallas en el SE de la Sierra de Andía.
Detalle de la hoja 140, Estella, del
Mapa Geológico de España 1:50.000, MAGNA 50 (2ª Serie) Fault network in SE Sierra de Andia.
A detail. anterior, hay una karstificación extensiva e intensiva de
muchas montañas navarras, con formación de innumerables cuevas catalogadas,
ríos y embalses subterráneos. Sólo en Urbasa hay contabilizadas unas 200
cavidades, entre simas y cuevas (ver: http://www.parquenaturalurbasa.com/urbasa/acuifero.php).
Para toda Navarra existe un catálogo de 2100 cavidades (Santesteban et al.
1992). Existen también numerosos
puntos de drenaje (Nacedero del Urederra, Nacedero de Arteta, nacedero de
Riezu, etc.). Los propios labios de las fallas han sido, sin duda, desagües
naturales de los acuíferos cársticos. Es lo mismo que Zentmyer et al. (2008),
señalan que ocurrió en la cara sur del Tibet. En la publicación de Carcaravilla & al. (2009), mencionada
arriba, que hace un recuento de las
tobas conocidas en España, no hemos encontrado citadas las numerosísimas,
tanto vivas como fósiles existentes en Navarra. Tampoco se mencionan las tobas
en las hojas 1:50.000, números 65-66, 89-91, 113-118, 139-143, 171-175, 204-207, 243-245, 281-283 y 320-321, del
Mapa geológico de España, serie Magna, del IGME, correspondientes a Navarra
(excepto cuatro pequeñísimos afloramientos superficiales, en Ibero-Echauri). El objetivo de este trabajo es reflejar, en un mapa, la
situación de las tobas calcáreas fósiles de Navarra, con el deseo de
contribuir a completar el inventario de las tobas calcáreas españolas. 2. MATERIAL y METODO En este trabajo hemos utilizado los siguientes instrumentos
materiales: 1.
Una Mercedes Vito; 2.
dos máquinas de
fotos, una Nikon Coolpix P510 con Zoom de 42X y GPS incorporado; y una
Panasonic DMC-FZ28 LUMIX con zoom 18X. 3.
un ATP GPS
Photo Finder Mini; 4.
dos ordenadores, un
iMac de 27 pulgadas, OS X, Mountain Lion y iLite, con procesador 3,2 GHz
Intel Corei, con 16 GB de memoria, 1600 MHz DDR3, gráficos NVIDIA, GeForce,
GT X 675 MX 1024 MB; y un HP Pavilion Entertainment PC. 5.
Programas de
ordenador y Apps utilizados: iPhoto, Lightroom de ADOBE Photoshop, GPS
MotionX, ArcView 10, Google Earth, Microsoft Word y Microsoft Excel. 6.
Mapas digitales
obtenidos en las páginas web: IDENA, SITNA y BING, trabajados y simbolizados por el Dr. R. Marco (Profesor
Asociado, Unav. de Navarra). 7.
Hojas 1:50.000,
correspondientes a la provincia de Navarra, del Mapa Geológico de España
(Serie Magna) publicados por el IGME. 8.
Información
provincial disponible en internet, (IDENA, SITNA, BING), para localizar
macizos, barrancos, fuentes, nacederos y cascadas, así como los caminos para
acceder a ellos. Como la formación de toba está en relación con la existencia
de macizos calcáreos karstificados y fracturados, así como con las surgencias
que drenan dichos macizos, nos propusimos recorrer los bordes de las fallas y
los nacederos de todos los macizos calcáreos de Navarra. Para realizar el
mapa, hemos recorrido la provincia en coche y a pié, por carreteras, pistas y
senderos de montaña, con máquina de fotos y GPS. Para interpretar las “curiosas formas” que presentan los
farallones tobáceos, hemos realizado un estudio fotográfico comparativo de
lugares donde se forma toba en la actualidad –toberas vivas–, con aquellas
“toberas fósiles”, en las que ha cesado hace mucho tiempo el crecimiento de
la toba. Para documentar los farallones en su conjunto, así como
detalles de la toba que los forma, se han tomado imágenes generales y otras
con más o menos zoom. De gran utilidad ha sido el teleobjetivo para obtener
detalles de la superficie de la toba, de sus volúmenes, e incluso, del
interior de cuevas inaccesibles y aparentemente oscuras, que la cámara
“veía”, al medir la luz solamente de su interior. El material fotográfico
obtenido se ha estudiado posteriormente en el ordenador. Otro
método de trabajo empleado, y de gran utilidad, ha sido la comparación de los
farallones tobáceos navarros con los de los cañones del Alto Ebro, lugar en
que se han estudiado las acumulaciones tobáceas por GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI et al. (2013). Una vez reconocida la presencia de toba en Navarra, se han
señalado los lugares donde aparece mediante “marcas de posición” en Google
Earth. Todos esos puntos georeferenciados, guardados como archivos .kml, permiten realizar el mapa de
distribución de la toba en Navarra, con el programa ArcView 10. 3. RESULTADOS Como resultado del recorrido, durante dos años, de,
aproximadamente, 6.300 Km de territorio navarro, se han obtenido un total de
15.400 imágenes digitales de toba activa y de toba fósil. Para comparar la toba navarra
con la del Alto Ebro, en Burgos, se ha recorrido el cauce del río Ebro desde
Villaescusa de Ebro hasta Trespaderne. En cuatro días de trabajo se han
tomado un total de 3.165 imágenes digitales de toba activa y de toba fósil. El estudio comparado de las imágenes obtenidas en Navarra y en
el Alto Ebro, tanto de toba activa como de toba fósil, ha puesto de relieve
los siguientes cinco resultados: 1. La similitud de las formas de crecimiento de la toba viva
–formación en curso- tanto en Navarra como en el Alto Ebro. 2. La similitud de las formas de la toba fósil, tanto en
Navarra como en el Alto Ebro 3. La similitud entre las formas de la toba en crecimiento y
de la toba fósil, tanto en Navarra (3a) como en el Alto Ebro (3b). 3a.
Similitud de toba en crecimiento y toba fósil en Navarra. 3b.
Similitud de toba en crecimiento y toba fósil en Alto Ebro 4. Diferencia de escala: Entre las tobas
actuales en crecimiento y la tobas
fósiles hay diferencia de escala, 5. Mapa de los
acantilados tobáceos de Navarra, acompañado de ilustraciones. 1. La similitud de las formas de crecimiento de la toba viva
–formación en curso- tanto en Navarra como en el Alto Ebro. Presentamos a continuación 5 ejemplos comparativos de toba viva,
en los que se puede apreciar cómo las formas de la toba viva son similares,
aunque haya distancia geográfica de por medio: Figuras 3, 4, 5, 6 y 7. Los
ejemplos están tomados en diversos puntos de Navarra (fotografías de la
izquierda)y en el Alto Ebro (Burgos) (fotografías de la derecha). Figura 3. Formas de crecimiento de toba viva: Cilindros. Growing forms of alive tuff (tufa): Cylinders
Comentario a la figura 3. Dos ejemplos de cascadas, -una en la cascada de Belabarce (Navarra) y otra en
Orbaneja del Castillo (Burgos), en las que el crecimiento de la toba viva adquiere
formas similares: un cilindro más o menos perfecto; con ello se demuestra que
las formas de la caliza tobácea, se repiten. Figura 4. Formas de crecimiento de toba viva: Conchas. Growing forms of alive tuff (tufa): Seashells
Comentario a la figura 4. Dos ejemplos de toba viva, uno en el valle del Esca (Navarra) y otro en un
arroyo cerca de Escalada (Burgos). El crecimiento de los musgos y algas
petrificantes da lugar a formas muy parecidas: varios pisos de grandes
“conchas”. Figura 5. Formas de crecimiento de toba viva: Caídas
verticales. Growing forms of alive tuff (tufa): Vertical growings
Comentario a la figura 5. Crecimiento
de los musgos petrificantes cuando se encuentran con el vacío: la respuesta
es una caída vertical, más o menos larga, según la topografía. Se trata de un
detalle de la tobera “Las Goteras”, en el valle del Esca (Navarra) y de otro
detalle de la cascada de Orbaneja del Castillo (Burgos). Figura 6. Formas de crecimiento de toba viva: Escalones
sucesivos. Growing forms of alive tuff (tufa): Ordered steps.
Comentario a la figura 6. Dos detalles de crecimiento del musgo petrificante, uno en una ladera del
Valle del Urederra (Navarra) y otro en un arroyo de Villaescusa de Ebro
(Burgos). En ambos casos el crecimiento se adapta a la pendiente de la
ladera, y crea sucesivos escalones. Figura 7. Formas de
crecimiento de toba viva: Mantos. Growing forms of alive tuff (tufa): Cloaks.
Comentario a la figura 7. Dos vistas de una forma de crecimiento del musgo petrificante muy
característica: el “manto”. Suelen acompañarse de cuevas, unas veces en el
centro del manto y otras en los laterales y no pocas veces en ambas
localizaciones. La de Navarra se localiza en la ladera Este del valle del
Urederra, cerca del Nacedero, y la del Alto Ebro es otro detalle de la
cascada de Orbaneja del Castillo, (Burgos). 2. La similitud de las formas de la toba fósil, tanto en
Navarra como en el Alto Ebro Presentamos, para su comparación, cuatro ejemplos de toba
fósil en diversos puntos de Navarra, y en otros tantos del Alto Ebro. Es
posible observar cómo, también en tiempos pretéritos, el crecimiento de la
roca calcárea tobácea se desarrollaba con formas similares en lugares
alejados geográficamente. Figuras 8, 9, 10 y 11. Figura 8. Formas de
toba fósil: Elefantes. Forms of fossil tuff (tufa): Elephants.
Comentario a la figura 8. Dos
ejemplos de toba fósil, uno en el acantilado del Nacedero del Urederra
(Navarra), y otro en el cantil de la margen derecha del Ebro, entre Villaescusa
y Orbaneja del Castillo (Burgos). Se trata de crecimientos rápidos y muy
voluminosos que se hacen más estrechos en momentos en que las condiciones de
crecimiento de los musgos petrificantes fueron más precarias. También es
característico que sobrepasen, por su parte inferior, la línea de los
crecimientos vecinos. Recuerdan a las cabezas de elefantes, con su trompa.
Los escaladores usan esta denominación para identificar sus lugares de
escalada, como en Peñartea (Navarra), donde hablan del “elefante grande” y
“elefante pequeño” (Ver figura 8). Figura 9. Formas de
toba fósil: Monstruos. Forms of fossil tuff (tufa): Monsters.
Comentario a la figura 9. En
los acantilados tobáceos es frecuente la existencia de “cabezas de animales
monstruosos”, como estas de Echauri y de los Cañones del Alto Ebro,
respectivamente. (Ver figura 9). Figura 10. Formas
de toba fósil: Torreones. Forms in fossil tuff (tufa): Towers.
Comentario a la figura 10. Tanto
en los acantilados de Navarra (Valle de Lana), como del Alto Ebro (Escalada),
se pueden apreciar “formas de torreones” que tienen unas dimensiones muy considerables,
aunque no haya término de comparación por la dificultad de llegar hasta
ellos, dificultad que el teleobjetivo resuelve muy fácilmente. (Ver figura
10). Figura 11. Formas
de toba fósil: Calizas atormentadas. Forms in fossil tuff (tufa): Haunted limestones.
Comentario a la figura 11. Dos
ejemplos de caliza tobácea fósil, uno situado en la parte alta de “Las
Goteras”, Valle del Esca (Navarra) y el otro en la falda de montaña entre
Villaescusa y Orbaneja del Castillo (Burgos). Sus formas atormentadas, con
numerosas cavidades, con erosiones que dejan ver capas plásticas finas
superpuestas o estructuras esponjosas, y con una ausencia total de líneas
estructurales sedimentarias, nos indican claramente su formación tobácea.
(Ver figura 11). 3. La similitud entre las formas de la toba en crecimiento y
de la toba fósil, tanto en Navarra (3a) como en el Alto Ebro (3b). 3a. Similitud de toba en
crecimiento y toba fósil en Navarra. Presentamos
5 parejas de ejemplos para comparar toba viva (imagen izquierda)y toba fósil
(imagen derecha), en Navarra. El paralelismo de las formas es impresionante.
Figuras 12, 13, 14, 15 y 16. Figura 12. Formas
de toba viva y fósil, en Navarra: Ángulo de crecimiento. Navarra. Forms of living and fossil tuff (tufa): Growing angle.
Comentario a la figura 12. Dos
ejemplos del “ángulo de crecimiento” del musgo, que resulta de la sombra proyectada
por la masa de musgo en crecimiento: la ausencia de luz ralentiza el
crecimiento del propio briofito. La toba viva corresponde a la margen derecha
del río Esca, a la altura de las Goteras. La toba fósil corresponde a una de
las fuentes petrificadas que jalonan la ladera Este del Nacedero del
Urederra. (Ver figura 12). Figura 13. Formas
de toba viva y fósil, en Navarra: ejemplos de musgos vivos y calcificados. Navarra. Forms of living and fossil tuff (tufa): examples of living and calcified mosses.
Comentario a la figura 13. Dos ejemplos de toba, en los que puede apreciarse la estructura vital del briofito
que las ha dado origen. La toba viva es una parte de una fuente de ladera, en
el Nacedero del Urederra, en la que se aprecian diferentes grados de
tobización, desde el musgo vivo a musgo semicalcificado, a toba relativamente
compactada: y la toba fósil es una filigrana briofítica-tobácea, recogida del
suelo en Artazul, al pie de un gran “manto tobáceo”. (Ver figura 13). Figura 14. Formas
de toba viva y fósil, en Navarra: crecimiento vertical. Navarra. Forms of living and fossil tuff (tufa): vertical growing.
Comentario a la figura 14.
Dos ejemplos nos ilustran sobre el crecimiento vertical del musgo: el musgo crece
tapizando toda la superficie de paredes verticales. El musgo vivo crece en el
valle del Esca. El petrificado, conocido como elefante grande, es de
Peñartea. (Ver figura 14). Figura 15. Formas
de toba viva y fósil, en Navarra: Bocas entre-abiertas. Navarra. Forms of living and fossil tuff (tufa): half-open mouths.
Comentario a la figura 15. Dos
ejemplos de toba viva y fósil, que recuerdan bocas entre-abiertas, ambas del
valle del Eska (Navarra): la similitud es evidente. (Ver figura 15). Figura 16. Formas
de toba viva y fósil, en Navarra: Conchas. Navarra. Forms of living and fossil tuff (tufa): Seashells.
Comentario a la figura 16. Dos
ejemplos de toba viva y fósil, que recuerdan conchas, ambas del valle del
Eska (Navarra): la similitud es evidente. Es decir, las formas de crecimiento
de la caliza tobácea son similares en la actualidad y en el pasado. (Ver
figura 16). 3b. Similitud de
toba en crecimiento y toba fósil en Alto Ebro Presentamos a continuación 4 parejas de fotos, que ilustran la
similitud de las formas en la toba calcárea, tanto viva como fósil, en el
Alto Ebro. Figuras 17, 18, 19, y 20. Figura 17. Formas
de toba viva y fósil, en Alto Ebro: Mantos. Alto Ebro. Forms of living and fossil tuff (tufa): Cloaks.
Comentario a la figura 17. Dos
ejemplos, uno vivo y otro fósil, de la forma de “manto” tan común en los
crecimientos de caliza tobácea, tanto en la actualidad como en tiempos
pretéritos. El ejemplo vivo se encuentra en la cascada de Orbaneja del
Castillo, y el fósil corresponde a Escalada, ambas en Alto Ebro, Burgos. (Ver
figura 17). Figura 18. Formas
de toba viva y fósil, en Alto Ebro: Cuevas. Alto Ebro. Forms of living and fossil tuff (tufa): Caves.
Comentario a la figura 18. Dos
ejemplos de cuevas, una viva y otra fósil, en los que se puede apreciar con
claridad, cómo tienen una gran similitud. La cueva viva se encuentra en la gran
cascada de Orbaneja del Castillo, y la fósil está situada en un arroyo entre
Escalada y Orbaneja del Castillo, ambas en los Cañones del Alto Ebro
(Burgos). (Ver figura 18). Figura 19. Formas
de toba viva y fósil, en Alto Ebro: Tejas. Alto Ebro. Forms of living and fossil tuff (tufa): Tiles.
Comentario a la figura 19. Ejemplos
de caliza tobácea, viva y fósil, formada principalmente por algas, que
presentan una gran similitud en sus formas. Los dos ejemplos se sitúan en la
cascada de Orbaneja del Castillo (Burgos). (Ver figura 19). Figura 20. Formas
de toba viva y fósil, en Alto Ebro: “Coliflores”. Alto Ebro. Forms of living and fossil tuff (tufa): “Cauliflowers”.
Comentario a la figura 20. Dos
ejemplos de una forma muy característica y repetida en la acrescencia de las
calizas tobáceas: la “coliflor”. En las “coliflores”, el propio crecimiento
de los musgos formadores de toba va creando obstáculos a la circulación de la
corriente de agua que alimenta la tobera, forzándola a buscar vías
alternativas por donde escurrirse, y creando, así, un gran distribuidor de
aguas. La “coliflor” viva, funcional, es la parte más alta de la gran cascada
de Orbaneja del Castillo, y la “coliflor” fósil se encuentra en lo alto del
cantil tobáceo situado entre Villaescusa y Orbaneja del Castillo. (Ver figura
20). 4. Diferencia de escala: Entre las tobas
actuales en crecimiento y la tobas fósiles hay diferencia de escala. Entre las tobas actuales en crecimiento y la tobas fósiles hay diferencia de escala, aunque
las formas resultantes del crecimiento sean similares: mientras las tobas
vivas se miden en centímetros y decímetros, las fósiles se miden en metros y
decámetros. Tres ejemplos de formas parecidas en toba viva en la
actualidad y en toba cuaternaria fósil, con notables diferencias de tamaño
entre la actual, pequeña, y la fósil, grande. Las diferencias son tan
llamativas, que es fácil concluir que las condiciones ecológicas de uno y
otro momento de crecimiento son, y han sido, significativamente diferentes.
Figuras 21, 22 y 23. Figura 21.
Diferencias de escala: manto vivo y manto fósil. Scale
differences: Living and fossil cloaks.
Comentario a la figura 21. Manto
de toba fósil, conocido como el “Torreón” de Echauri, de 100 m de altura, y
manto vivo en el Nacedero del Urederra, de tan sólo 4,5 m. (Ver figura 21). Figura 22.
Diferencias de escala: Paredes viva y fósil. Scale
differences: Living and fossil walls.
Comentario a la figura 22. Pared
de toba viva en crecimiento, de 4m de altura, en “Las Goteras” del Esca, y pared
vertical de toba cuaternaria fósil, de 80 m de altura, en el Nacedero del
Urederra. (Ver figura 22). Figura 23.
Diferencias de escala: Cilindros vivo y fósil. Scale
differences: Living and fossil Cylinders.
Comentario a la figura 23. Cilindro
de toba activa en la Cascada de Belabarce, de 5 m, a comparar con cilindro de
toba cuaternaria fósil, 45 m de largo, en el Barranco de Arbioz, entre Lezaun
y Riezu. (Ver figura 23). 5. Mapa de los acantilados tobáceos de Navarra, acompañado de
ilustraciones. Con los datos obtenidos en el campo, se señala, en el mapa de Navarra,
la localización de los acantilados tobáceos calcáreos fósiles, que hemos
reconocido. (Ver figura 24:Mapa de localización de acantilados tobáceos). Destacan, como formaciones tobáceas importantes: los
acantilados de Echauri; el Nacedero del Urederra; los barrancos de
Artazul-Licebar; los acantilados de la Piedra y de San Adrián, en Lumbier;
acantilados del Valle de Lana; el desfiladero de Peñartea en Sierra Alaiz;
Peña Unzué; la Higa de Monreal; los acantilados del Puerto de Lizarraga;
Sierra de Codés; Barranco de Basaura; Sierra de Aralar-Nacedero del
Urrunzure; las dos Hermanas de Irurzun; el desfiladero de Atondo; Peñas de
Antxoriz; Vidangoz y cueva de Azanzorea; acantilados de Burgui; acantilados
del los valles de Erro y Salazar; Cordillera de Valdeallín; acantilados de
Ganuza; las Ateas de Izal; la Atea de Belabarce; macizo de Larra; etc. (Ver
figura 24: Mapa de localización de acantilados tobáceos). Acompañamos el mapa con documentación fotográfica, desde
distintos ángulos y con distinta aproximación, de 12 de los más
significativos acantilados tobáceos de Navarra: ver figuras 25 a 36, y sus
comentarios. Figura 24. Mapa de localización de los acantilados tobáceos
fósiles, en Navarra. (Indicados con puntos negros) Places of tuff (tufa)-cliffs in Navarra (as indicated by black dots) IUSTRACIONES
DE ALGUNOS ACANTILADOS DEL MAPA. Figura 25. Acantilados de Echauri (6 fotografías). Echauri Cliffs (6
photographs) 1 3 5 Comentarios
a la figura 25. Foto 1.
Vista general del farallón de Echauri, en su prolongación hacia el Este. Se
trata de la parte más baja de Echauri, y se puede apreciar cómo las calizas
se hunden en las margas de Pamplona, no sin formar, antes, imponentes
farallones verticales. En la parte media de la foto, el farallón intermedio
presenta importantes masas que protuden, con entrantes y salientes, con la
superficie superior casi plana y vertiginosas caídas verticales. En esas
zonas, donde el agua debió de ser más abundante, la toba crece uniendo el
farallón intermedio con el más bajo. Se puede apreciar cómo el perfil del
farallón, en planta, es sinuoso. En
primer término, el pueblo de Ciriza, y, al fondo, la cuenca de Pamplona. Foto 2.
Parte alta de los acantilados de Echauri, en su prolongación hacia el Oeste,
con importante retoque tobáceo. En primer término, en la parte alta del
acantilado, se ve formación de torreones independientes, algunos con forma de
mantos triangulares. Foto 3.
Una vista de los acantilados de Echauri, orientados al Sur. En ella podemos
ver con detalle, en el primer término, cómo se forman mantos triangulares de
diversa entidad, que traspasan la zona intermedia entre las líneas
estructurales de la roca sedimentaria. Se pueden ver también las bancadas que
se forman en las líneas estructurales más altas de la roca caliza. Foto 4.
Importante forma de “Elefante” en los acantilados de Echauri. Las líneas
estructurales que vemos en la disposición de los acantilados se pierden en
cada escalón, dejando paso a crecimientos que disminuyen en volumen para
volver a aumentar. Se forman las “Bancadas” y las cuevas correspondientes, al
disminuir el crecimiento de los musgos cuando les falta la luz o el agua. Es
de notar la fuerza con que debieron crecer los musgos en la parte central de
la foto, que prolongan la toba entre escalón y escalón estructural, hasta
unir uno con otro. Foto 5.
Acantilados tobáceos de la parte más alta de Echauri, orientados al Sur. La
formación de toba sigue las líneas estructurales de la roca calcárea, pero
las formas redondeadas y la línea sinuosa de la formación en planta, nos
indican la existencia del retoque que la toba imprime en la estructura
geológica. Además, en algunas partes del acantilado (primer término de la
foto) se pierden las líneas estructurales, y la superficie se hace lisa. Foto 6.
Toba con forma de gran manto, en orientación Sur, en los Acantilados de
Echauri. Figura 26. Acantilados del Nacedero del Urederra (5 fotografías). Nacedero del Urederra Cliffs (5 photographs) 1 2 4 Comentarios
a la figura 26. Foto 1.
Acantilado del Nacedero del Urederra: Vista general del frente de caliza
tobácea, orientado al Sur. Pueden observarse su forma cóncava y su gran
extensión. Su altura no puede apreciarse en su totalidad, dado que su parte
baja queda tapada por las hayas y algún montículo. Se aprecian líneas
estructurales subyacentes a las formaciones tobáceas, algunas de las cuales
adquieren figura de escultura, como los dos felinos –pares de ojos y tabique
nasal- que parece van a comerse el bosque. El Nacedero del Urederra es uno de
los farallones tobáceos más impresionantes de Navarra y, visto en la
fotografía de satélite, es un profundo “bocado” en la sierra de Urbasa, el
desagüe más importante del gran acuífero de esta Sierra. Foto 2.
Acantilado del Nacedero del Urederra: Vista general del farallón calizo
tobáceo, orientado al Este. Se aprecia la gran altura del frente tobáceo, así
como los entrantes y salientes que ha originado el retoque tobáceo a la
estructura geológica, perceptible ésta
por el buzamiento pronunciado. Foto 3.
Detalle del acantilado tobáceo del Nacedero del Urederra, orientado el Este.
El grupo de cuatro diminutas figuras humanas, con indumentaria llamativa, que
aparecen en el borde del farallón, nos dan idea de la altura de este
acantilado. Aún con la complejidad que
presenta, podemos reconocer en el farallón las líneas fundamentales de la
estructura geológica que lo sustenta, pero, también, el profundo retoque
tobáceo que ha sufrido: hay reboses, cuevas, mantos triangulares, bancadas
horizontales, característicos ángulos de crecimiento, etc. En la proximidad
de las figuras humanas se puede ver cómo el crecimiento de la toba recubre y
enmascara la estructura geológica. Foto 4.
Delicada escultura de felino, labrada por la toba del farallón orientado al
Sur, en el Nacedero del Urederra: presenta ojos rasgados, separados por una
potente nariz. Los ojos son dos cuevas con la forma de arco, originados
precisamente por la falta de crecimiento muscinal en la zona sombreada por el
exuberante crecimiento de musgo que estaba formando la gran nariz. Foto 5.
Escultura tobácea que recuerda a un “elefante”, en el acantilado orientado al
Este del Nacedero del Urederra. En la imagen se puede ver la estructura
sedimentaria de la roca que hay detrás del farallón, pero vemos como la toba
la trastoca y la rompe. De nuevo, el tamaño de las figuras humanas, en el
perfil del farallón, nos permite comparar y comprender las dimensiones del
retoque tobáceo. Figura 27. Acantilados de Artazul-Licebar (1 fotografía). Artazul-Licebar Cliffs (1 photograph) 1 Comentario a la figura
27 Foto 1. Impresionante
farallón de toba, correspondiente a la vertiente norte del Barranco de Licebar,
que desemboca en la cascada de Artazul. Son especialmente significativas sus
paredes curvas, barrigudas, que nos hablan de cómo el musgo crece menos con
la sombra Figura 28. Acantilados de La Piedra (Lumbier) (4 fotografías). La Piedra Cliffs (Lumbier) (4 photographs) 1 2 3 Comentarios a la figura 28 Foto 1.
Vista general del Acantilado de La Piedra, en Lumbier. Se ve con claridad
cómo avanzan los crecimientos de toba en la ladera, a partir de la estructura
geológica del acantilado, originando grandes desniveles, en los que la toba
crece y cae verticalmente. Foto 2.
Impresionante localización de la Ermita de la Tinidad, de Lumbier, sobre el
triple acantilado tobáceo, en el que aparecen cuevas, protuberancias,
crecimientos en extraplomo y partes rehundidas. Entre los acantilados medio y
bajo se aprecian otros dos pequeños acantilados que forman un anfiteatro,
preludio del imponente tercer acantilado. En algunas partes del triple
acantilado, se transparentan las líneas estructurales, pero tapizadas por la
toba. Foto 3.
Dentro de los acantilados de La Piedra, en Lumbier, encontramos esta
formación que semeja a tres fantasmas, unidos por su base. Impresiona que el
más voluminoso se apoye, en gran parte, sobre una profunda y alargada cueva,
encima de la cual aparecen dos ojos redondos. No encontramos, a simple vista,
ninguna estructura horizontal que delate una sedimentación, sino, más bien,
observamos el predominio de las líneas verticales correspondientes al
crecimiento de la toba. Foto 4. Vista de detalle de los Acantilados de la Piedra. En ellos
abundan las líneas curvas, los
“reboses”, las bancadas (partes hundidas con formas redondeadas en la parte
superior), y las cuevas. Las partes
donde el farallón se retrae y aparecen canales con poca toba, corresponderían
a zonas por donde corría el agua, impidiendo el crecimiento de los musgos. En
general, se trasparentan las líneas estructurales horizontales, pero
recubiertas de toba, en la que predominan las líneas verticales. Figura 29. Acantilados de San Adrián (Lumbier) (3 fotografías). San Adrián Cliffs (Lumbier) ( 3 photographs) 1 2 Comentarios
a la figura 29. Foto 1. Dos farallones superpuestos en los Acantilados de San
Adrián, de Lumbier, orientados al Norte. En primer término, en el de abajo,
una gran cueva, que soporta la masa redondeada de toba que tiene por encima.
En la parte izquierda de la imagen vemos dos grandes masas de toba, que, en
forma de gruesas columnas, sobresalen de la línea del acantilado. La
vegetación que prospera en los acantilados tobáceos aprovecha los huecos y
las grietas dejados por la toba, así como el agua que se infiltra por el
acantilado. Foto 2. Impresionante vista de una parte del Acantilado de San
Adrián, en extraplomo. Los colores que vemos en líneas verticales se originan
por los escurrimientos de agua de infiltración, en los que crecen
las algas azules que también se calcifican y forman delgadas capas de toba. Foto 3. En la imagen vemos el crecimiento actual de musgo
petrificante, que aprovecha el agua que se filtra por la toba fósil. Las
formas redondeadas e irregulares de las masas de musgo nos recuerdan las que
tienen las tobas fósiles. Figura 30. Acantilados del Valle de Lana (5 fotografías). Valle de Lana Cliffs (5 photographs) 1 2 4 Comentarios
a la figura 30: Acantilados del Valle
de Lana. Foto 1.
Acantilado tobáceo orientado al Sur. Se trata del escarpe que forma la Sierra
de Loquiz sobre el valle de Lana. En este lugar, la formación tobácea
prácticamente no deja ver la estructura geológica que subyace. El exuberante
crecimiento de los briofitos y de las algas ha originado la aparición de
“torreones” y “mantos”, de diversos tamaños, que, a veces sobresalen de la
línea de cumbres, mientras que otras sobrepasan las partes bajas. Foto 2. Acantilado tobáceo orientado al Sur: Detalle de la foto
anterior. Se aprecian bien los crecimientos en forma de torreón, separados
por zonas deprimidas, por donde escurría el agua, impidiendo el crecimiento
de los musgos petrificantes. Foto 3. Impresionante detalle del farallón tobáceo en el valle de
Lana. Su perfil extraplomado nos habla, con elocuencia, de su origen en
un crecimiento extraordinario de musgos petrificantes. Foto 4.
Farallón en que acaba la parte meridional de la Sierra de Lóquiz, hacia el Valle
de Lana. Podemos apreciar como protude
esta parte de la Sierra de Lóquiz para caer en un acantilado, casi
vertical, sobre el valle. Se puede observar cómo la parte superior es casi
plana con ligero respingue hacia el acantilado. Las formas redondeadas del
farallón, como los torreones, no guardan ninguna relación con las líneas
estructurales. Foto 5.
Acantilado terminal de la Sierra de Lóquiz hacia el Valle de Lana. En esta
formación tobácea apenas se aprecia la estructura geológica que marque líneas
horizontales, pues predominan las líneas verticales del crecimiento de los
musgos petrificantes, que forman
”mantos triangulares” y “torreones”, algunos, muy voluminosos. El
perfil del acantilado, en planta, aparece muy sinuoso, sin seguir ninguna
línea estructural. Figura 31. Acantilados de Peñartea, Sierra de Alaiz (6 fotografías). Peñartea Cliffs, Sierra de Alaiz (6photographs) 1 3 5 Comentarios
a la figura 31. Foto 1. Impresionante vista general de una parte de Peñartea. En ella
podemos apreciar la voluminosidad y la altura de estas formaciones tobáceas.
No se ven claramente las líneas de la estructura anterior al retoque tobáceo.
En la base encontramos numerosas yedras que suben por las paredes
aprovechando el agua que se mueve por el interior de los edificios tobáceos,
así como la exposición solar y el soporte que estas paredes les aportan. En
la parte izquierda se ve una figura con un gran parecido a una Iguana
(“lagartija grande” le llaman los escaladores), que destaca por sus paredes
muy lisas sin apenas grietas ni cuevas. En el centro del acantilado destaca
la figura de un elefante grande. Foto 2. Formación tobácea en Peñartea. En ella vemos, muy
exuberantes, las formas de crecimiento
del musgo, con bancada, “cuchilladas” , cuevas simétricas con abundante toba
entre ellas, formas redondeadas, extraplomos, así como un crecimiento en la
cumbre con forma de chimenea. No se aprecian líneas que delaten formaciones
sedimentarias previas. Foto 3. Inmenso manto tobáceo en Peñartea, que sirve para prácticas
de escalada, seguramente por su inclinación moderada y por lo compactada que
está la toba. En la parte derecha vemos un “rebose” que está separado del
manto pero que sigue la misma línea de caída. En la parte izquierda alta, aparece
una fuerte erosión que permite ver que todo el grosor del manto es toba. Pero
no aparecen en esta formación tobácea claras líneas estructurales, como
tampoco en la toba que se ve a la derecha, caracterizada por sus formas
redondeadas y de “reboses”. La vegetación y los matorrales se han instalado
en las numerosas grietas y las cuevas que la formación tobácea tiene en la
superficie. Foto 4. Impresionante formación tobácea de Peñartea, en la que no
aparecen líneas estructurales, y sí formas voluminosas y redondeadas,
correspondientes al crecimiento exuberante de los musgos petrificantes.
Algunas partes erosionadas de los torreones permiten ver el interior de la
formación: se trata de una roca esponjosa, con numerosas cavidades. Esta
vista del interior nos permite también entender que la toba fósil tenga
muchas veces “rezumes” en los que las algas azules, al crecer, colorean la
superficie. Se trata de agua infiltrada en la toba y que escurre por el
interior, hasta que encuentra una salida: es como si se hubiera dado una
cuchillada a la toba, y manase el agua, que detectamos por las manchas
oscuras y alargadas, debido al crecimiento de alagas azules allí donde hay
humedad intermitente. Foto 5. Otra vista de detalle de los acantilados de Peñartea, en la
que abundan las líneas curvas, tanto en la horizontal como en la vertical,
como en planta. Entre los volúmenes, uno recuerda a un elefante. Las cuevas a
derecha e izquierda del crecimiento se forman por la sombra que este
proyectaba sobre la pared, impidiendo con ello el crecimiento del musgo en
esas zonas. No se ven las líneas estructurales, que sin duda han sido
ocultadas por el crecimiento exuberante del musgo. También podemos ver unas
frondosas yedras que nacen al pié del acantilado: nos indican que hay agua en
esa zona, que se infiltra desde la parte alta y escurre por el interior de la
formación tobácea, saliendo en su parte más baja. Foto 6. Vista de detalle de Peñartea. Es fácil apreciar las líneas
curvas horizontales y verticales, aquí muy marcadas, propias de las
formaciones tobáceas. En la imagen se ve una cueva con forma ojival. Estas
cuevas se forman con relativa frecuencia cuando ha habido un gran crecimiento
de musgos a ambos lados de una corriente de agua: el propio crecimiento
exuberante del musgo, en busca de la luz, sombrea la parte inferior, en la
que el musgo cesa de crecer y queda un vacío, o cavidad, o cueva. Además, a
la izquierda de la cueva se observan numerosas “cuchilladas”, con su
correspondiente revestimiento de las algas azules, que forman toba en la
actualidad. Figura 32. Acantilados de Peña Unzué (3 fotografías). Peña Unzué Cliffs (3 photographs) 1 3 Comentarios
a la figura 32. Foto 1. Vertiente SE de Peña Unzué, en la que se aprecian los
acantilados tobáceos que la acompañan. En ellos no se aprecian líneas
estructurales, sino grandes volúmenes de toba con formas curvas, en forma de
torreones cilíndricos, acantilados extraplomados y mantos cónicos. Foto 2. Ladera NW de la Peña Unzué, en la que se pueden apreciar las
fuentes que la acompañan. El intenso “retoque tobáceo” del paisaje impide ver
las líneas estructurales en que se apoya. Foto 3. Imponente vista de la Peña Unzué desde el SW. La parte alta,
más castigada por la erosión y con paredes lisas, cae perpendicular al suelo.
Sólo en la parte izquierda se aprecia ligeramente alguna línea estructural. Figura 33. Acantilados de La Higa de Monreal (4 fotografías). La Higa de Monreal Cliffs (4 photographs) 1 3 Comentarios
a la figura 33. Foto 1. Vista general de la Higa de Monreal desde el SW. Foto 2. Espléndida vista de la cumbre y de los farallones tobáceos
del ángulo sur de la Higa de Monreal.
En primer plano, los acantilados imponentes y más arriba, a uno y otro lado, numerosas
“fuentes”, que se han transformado en toba. Ésta sigue la línea de pendiente,
aunque formando también acantilados de cierta importancia. Foto 3. Detalle de los acantilados Sur de la Higa de Monreal, en los
que se puede apreciar cómo la toba no sigue las líneas estructurales
geológicas en todos ellos. En el centro una fuente ha formado la figura de
una paloma vista desde su parte dorsal. En el gran monolito de la derecha,
podemos observar cómo se inicia la formación de cuevas. Foto 4. Otro acantilado
de la cumbre de la Higa orientado hacia el Sur-Oeste. Se puede apreciar cómo
los acantilados rompen la línea de pendiente general de la Higa, dejando en
su parte superior zonas ligeramente redondeadas, que respingan respecto a su
parte posterior, para caer verticalmente en su parte anterior. En todos los
farallones se pueden apreciar las formas de crecimiento de los musgos que los
formaron y, por tanto, podemos decir que “la toba es un retoque paisajístico
en las estructuras geológicas, que
subyacen bajo ellas”. Figura 34. Acantilados de Lizarraga (6 fotografías). Lizarraga Cliffs (6 photographs) 1 3 5 Comentarios
a la figura 34. Foto 1. Parte alta del farallón tobáceo en que acaba la Sierra de Andia,
por su cara Norte. Las formas redondeadas, el perfil sinuoso de su planta, en
el que alternan zonas altas y zonas bajas, entrantes y salientes, nos habla
claramente de una formación tobácea de primera magnitud. En sus elevaciones
no divisamos las líneas estructurales, sino unos crecimientos muy variados
marcados por las formas en que crecen los musgos petrificantes Foto 2. Detalle del farallón tobáceo de la cara norte de Andía. En
él vemos con claridad las formas de crecimiento de los musgos petrificantes. En la imagen
encontramos crecimientos de musgos que se superponen; “reboses” de musgo en
forma de masas redondeadas; cuevas simétricas separadas por importantes
crecimientos entre ellas. Por el contrario, no encontramos las líneas
horizontales que marquen la estructura de la roca sedimentaria que subyace en
el acantilado. Foto 3. Parte alta de un farallón en la cara norte de Andía. Aquí
vemos con claridad las formas redondeadas del crecimiento del musgo
petrificante, las cuevas simétricas que se originan en las zonas en sombra,
los “reboses” que avanzan sobre la superficie anterior. El acabado liso de la
roca tobácea se debe al recubrimiento de algas que crecen cuando falla el
suministro continuo de agua, lo que conlleva la muerte del musgo. Foto 4. Detalle de una parte del farallón de Andía en su cara norte.
Las formas redondeadas, los imponentes volúmenes, los reboses, las cuevas
simétricas con crecimiento entre ellas que semejan la cara de de un león de
gran tamaño, …, todo ello nos habla de crecimientos extraordinarios de musgos
petrificantes. En ningún sitio del farallón se dejan ver las líneas
estructurales. En la parte baja de la gran nariz del león, se puede ver la
estructura granulosa de la toba. Las partes lisas han sido recubiertas por
algas en el momento en que el fallo en el suministro continuo de agua
conlleva la muerte del musgo. Foto 5. Otro detalle de la culminación de un farallón de la cara
norte de Andía. Se trata de unas formas en las que los reboses y las cuevas
se puede decir que dibujan un cuadro surrealista de dimensiones imponentes. Foto 6. Otro detalle de la culminación de un farallón en la cara
norte de Andía. En este caso es fácil identificar una calavera tallada por la
toba. Las cuevas simétricas –las cuencas orbitales- con el crecimiento
importante de musgo entre ellas –el tabique nasal- , y la cueva inferior que
parece llevar al hueco de la boca. Figura 35. Acantilados de la Cordillera de Valdeallín – Ganuza
(4 fotografías). Cordillera de Valdeallín – Ganuza Cliffs (4 photographs) 1 3 Comentarios
a la figura 35. Foto 1. No estamos viendo una muralla con sus torreones, construida
por manos humanas, sino los acantilados de Lóquiz, en su vertiente Sur-Este,
próximos a Ganuza, construidos por calizas tobáceas. Se conocen como
Cordillera de Valdeallín. Aunque en algunos puntos podemos ver la estructura
horizontal de la roca caliza que los soporta, la formación se caracteriza por
las torreones verticales redondeados, así como por el perfil sinuoso en
planta. Esto nos habla de una formación tobácea que algunas veces se prolonga
en la parte baja, aumentando la altura y la imponencia del acantilado. Foto 2. Detalle los acantilados de Lóquiz, próximos a Ganuza,
conocidos como Cordillera de Valdeallín. Aunque podemos descubrir en algunos
puntos la estructura horizontal de la roca caliza que subyace, las líneas
verticales, redondeadas, muchas veces extraplomadas, y en forma de torreones,
nos hablan de una roca caliza que tiene su origen en el crecimiento de
briofitos y algas cianofíceas. Sobre esos seres vivos, en sus paredes
celulares, se depositó in situ el
carbonato cálcico transportado en forma de bicarbonato cálcico por aguas que
manaban, seguramente abundantes, y el ambiente cálido de la zona en tiempos
cuaternarios. Foto 3. Detalle de los acantilados de caliza tobácea de Lóquiz,
próximos a Ganuza, conocidos como Cordillera de Valdeallín. Probablemente el
agua que manaba de la Sierra de Lóquiz por la roca estructural fue dando paso
a un retoque paisajístico con una roca calcárea de origen biológico, toba
calcárea. Ésta se caracteriza por la formación de torreones y formas
redondeadas, que en algunos casos sigue la pendiente, pero que más
frecuentemente forma impresionantes cantiles verticales e, incluso,
extraplomados. Foto 4. Otro detalle del farallón en los acantilados tobáceos de
Lóquiz, próximos a Ganuza, conocidos como Cordillera de Valdeallín. Sorprenden
los volúmenes de las formas redondeadas, que sobresalen con una dirección
predominantemente vertical. Estas formas no corresponden a la estructura
sedimentaria y horizontal de la roca que forma la sierra de Lóquiz, sino a la
formación de caliza tobácea por el crecimiento de musgos, sobre los que
precipita el carbonato cálcico, a partir del agua bicarbonadata cálcica del
acuífero de la sierra. Figura 36. Manto tobáceo en Larra (1 fotografía). Tuff (tufa)-cloak in Larra (1 photograph) 1 Comentario
a la figura 36. Foto 1. Lo primero que observamos en esta imagen de Larra, es
el impresionante lapiaz que han
formado las aguas procedentes del deshielo de las abundantes nieves que
cubren esta parte de Navarra. Pero también podemos ver la “forma” que tiene
la roca originaria. Se trata de un señorial “manto de toba”, que se prolonga
en la parte baja. Analizando más despacio la imagen podemos ver una formación
tobácea, calcárea por tanto, que tiene una forma muy frecuente en el crecimiento de musgos petrificantes.
Estas formas de “manto” se originan cuando hay una fuente puntual que
favorece el crecimiento de los musgos que se van extendiendo por la ladera.
En la imagen no vemos líneas horizontales que indiquen la formación geológica
de una roca sedimentaria. 4. DISCUSION 1. Debemos reconocer que muchos lugares con abundantes e
imponentes farallones tobáceos, como los del Nacedero del Urederra, La Peña Echauri,
o la Peña Unzué, los habíamos visitado repetidamente, con anterioridad, pero
sin haber descubierto que sus maravillosos roquedos estaban formados por
“musgos, algas y cyanobacterias, calcificados”, es decir, sin haber
reconocido la toba calcárea que los constituye. Sólo al estudiar las
formaciones tobáceas actuales y en crecimiento, se pueden reconocer las
grandes similitudes entre las formaciones fósiles y las actuales. Y es que la
toba, tanto actual como fósil, es el resultado del crecimiento de seres
vivos, que presentan sus propios patrones de desarrollo, como respuestas a la
humectación, a la inmersión, a la iluminación y a la temperatura. Y esas
similitudes de crecimiento y calcificación las encontramos tanto en Navarra,
como en Zaragoza(Río Piedra, Vázquez et al., 2004), o en Soria (Cordillera
Ibérica, Arenas et al., 2010), o en Sierra de Mijas (Málaga, Durán et
al.,1988), o en Alcaráz (Albacete, García del Cura et al., 1997), o en
Beceite (Teruel, Martínez-Tudela et al., 1986), o en la cabecera del
Ebro(González Amuchastegui et
al., 2007;González Pellejero, 1986), o en el Tibet (Zentmyer et al.,
2008). Sólo comparando las formas fósiles con las toberas activas se puede
reconocer la existencia del retoque tobáceo en el paisaje de acantilados. 2. La diferencia de tamaño observada entre las tobas fósiles y
las actuales parece indicar que las condiciones ecológicas que facilitan el
crecimiento de musgos, algas y cianobacterias fueron, en el Cuaternario, más
favorables y más prolongadas, que en la actualidad. 3. Sorprende la cantidad de farallones tobáceos existentes en
Navarra. La explicación de este hecho hay que buscarla en la abundancia de
macizos calizos karstificados y en las numerosas fallas que recorren el solar
provincial, circunstancias ambas que propician tanto la formación de
acuíferos, como la aparición de fuentes y manantiales, lugares idóneos para
el crecimiento de los musgos, algas y cianobacterias petrificantes, es decir,
de la toba. 4. En la revisión bibliográfica realizada sobre las formaciones
tobáceas (Pedley 1990, 1993; Viles et al., 1990)no hemos encontrado,
salvo Pentecost et
al., (1994), ninguna que trate de los farallones tobáceos, tan
importantes en Navarra. En casi todas las publicaciones el interés se centra,
sobre todo, en las barreras que se forman en los ríos (García del Cura et
al., 1997), en los manantiales a media ladera, y en la utilización de las
Tobas Calcáreas como medio para conocer el clima y el ambiente en que se
formaron (Ordoñez et al., 1986 y 1990; Martínez-Tudela et al., 1986; Durán et
al.,1988; Rubio Millán, 2000-2002; Arenas et al., 2010; Sancho et al., 2010). 5. CALIZAS TOBACEAS. Un tema que no podemos dejar de mencionar es
que la toba calcárea se forma in situ por
precipitación directa de CO3Ca sobre la pared celular de los seres vivos que
la forman: cianobacterias, algas verdes, briofitos y espermafitos. Esta
precipitación directa se realiza a partir de aguas bicarbonatadas cálcicas,
cristalinas y sin ningún elemento en suspensión. Así también se expresan
González Amuchastegui et al, 2013,
págs. 10-11, cuando dicen que: “la génesis de las acumulaciones tobáceas está
estrechamente vinculada …a aguas sin
carga sedimentaria ni solutos agresivos”. Esta ausencia de sedimentación es
especialmente aplicable a las tobas de acantilado. Otra cosa es que
fragmentos de toba, más o menos consolidada, se desprendan del acantilado, u
otro lugar de producción, caigan por gravedad, o sean arrastrados por las
aguas, y acaben engrosando un coluvión o una terraza: de esta manera
secundaria, fragmentos de tobas pueden aparecer en unidades sedimentarias. 5. CONCLUSIONES 5.1 Sólo comparando las formas fósiles con las toberas activas se
puede reconocer la existencia del retoque tobáceo en el paisaje. 5.2 La similitud de formas entre las tobas activas y las
inactivas, o fósiles, se deben a que unas y otras están formadas por los
mismos seres vivos, que tanto en la actualidad como en los tiempos
geológicos, tienen las similares leyes
y pautas de desarrollo. 5.3 Entre las tobas fósiles y las actuales hay una diferencia de
escala: los tamaños y volúmenes son mucho mayores en las formaciones fósiles
que en las actuales. Se puede concluir que las condiciones ambientales de
cantidad de agua, temperatura y duración de la irrigación fueron mucho más
favorables en el Cuaternario que en la actualidad. 5.4 A la vista del mapa de distribución de los Farallones
Tobáceos en Navarra, podemos concluir que Navarra tiene una gran riqueza en
Tobas Calcáreas fósiles. Su desarrollo
es imponente, pues forman extensos y altos farallones, y dejan una gran
impronta en los paisajes de la Navarra Media y de la Pirenaica. Por lo tanto,
se puede hablar de un intenso “retoque paisajístico tobáceo Cuaternario” en
las tierras navarras. Agradecimientos Agradecemos al Prof. Dr. D. Ricardo Marco, del departamento de
Biología Ambiental de la Universidad de Navarra, la realización material del
mapa de distribución de los farallones tobáceos de Navarra, con los datos que
le hemos suministrado. Referencias bibliográficas ARENAS,
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http://www.cfnavarra.es/agricultura/informacion_agraria/MapaCultivos/geologia.html# INSTITUTO GEOLOGICO y MINERO de ESPAÑA.
Mapa geológico de España 1:50.000, serie Magna, hojas 65-66,89-91,113-118,
139-143, 171-175, 204-207, 243-245,281-283 y 320-321, correspondientes a
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Nyalam, Tibet. Geological Magazine, 145 (1) © María Luisa López Fernández y Soledad López. ___________________________________________________________________________________________________________
Edita: Sociedad
SURCOS, Avda. Torreón, nº 1 13001 Ciudad Real - Depósito Legal: CR 820-1986-
- ISBN 84-398-6347-0 ISSN: 2445-1304
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